Relaciones y Familia

Hablar para proteger: Guía para educar en la prevención del abuso sexual infantil.

Por Judit Merayo Barredo Publicado el 20 de Noviembre, 2025 Lectura de 8 min
Madre hablando con su hija pequeña con cariño y cercanía, creando un ambiente de confianza y seguridad.

Ayer, 19 de noviembre, conmemoramos el Día Mundial para la Prevención del Abuso de los Niños, Niñas y Adolescentes. Puede ser que probablemente pensaras al ver las noticias algo tal que así: "Ojalá nunca tenga que preocuparme por esto". Es el miedo más primitivo: el de que alguien dañe a lo que más queremos.

A menudo, intentamos proteger a nuestros hijos metiéndolos en una burbuja de inocencia, evitando temas "oscuros" con la esperanza de que, si no hablamos de ello, no formará parte de su realidad. Pero hoy quiero invitarte a cambiar la perspectiva, el silencio no protege; el silencio aísla. La prevención del abuso sexual infantil no consiste en asustarles diciéndoles que hay "monstruos" fuera, sino en empoderarles para que sepan que ellos son los dueños de su propio cuerpo.

¿Te suena familiar sentir que no encuentras las palabras? ¿Que tienes miedo de "despertar malicia" donde no la hay? Tranquila, es normal. Hoy vamos a ver cómo abordar este tema desde el amor, la naturalidad y la confianza.

Una realidad incómoda: por qué debemos hablar.

Para poder actuar, primero debemos mirar la realidad a los ojos. Según datos de Save the Children y el Consejo de Europa, se estima que uno de cada cinco niños y niñas en Europa es víctima de alguna forma de violencia sexual antes de cumplir los 18 años. En España, los datos del Ministerio del Interior reflejan que las denuncias siguen aumentando, pero la mayoría de los casos es solo la punta del iceberg porque muchos nunca salen a la luz.

Hay un mito que debemos derribar ya: el del desconocido en una furgoneta con caramelos. La estadística es clara y dolorosa: en la inmensa mayoría de los casos (entre el 80% y el 90%), el agresor es alguien del entorno cercano del menor (familiares, amigos de la familia, entrenadores, cuidadores).

Imagina que enseñas a tu hijo a cruzar la calle. No le dices que todos los coches son asesinos que quieren atropellarle; le enseñas a mirar, a esperar el semáforo, a ser prudente. Con la seguridad corporal infantil pasa lo mismo: les damos herramientas para transitar el mundo con seguridad, no con miedo.

El poder de las palabras: llamar a las cosas por su nombre.

El primer paso en la prevención empieza mucho antes de tener "la charla". Empieza cuando les bañamos o les cambiamos el pañal. A menudo usamos apodos "bonitos" o graciosos para sus genitales (pajarito, almejita, cosita...). Aunque parece inofensivo, esto puede generar confusión y vergüenza.

¿Por qué es crucial usar los nombres reales (pene, vulva, testículos, vagina)?

  • Elimina el tabú: Si tratamos esas partes como "innombrables", el niño entiende que hay algo malo, sucio o vergonzoso en ellas. Los abusadores utilizan esa vergüenza para mantener el secreto.
  • Facilita la comunicación: Si un niño necesita decirte que alguien le ha tocado o le duele, necesita saber la palabra exacta. Decir "me tocaron la colita" puede malinterpretarse; decir "me tocaron la vulva" es inequívoco.
  • Normalidad y respeto: Al igual que enseñamos dónde está la nariz o el codo, debemos integrar sus partes íntimas en el esquema corporal con total naturalidad.

La regla de la ropa interior: una herramienta sencilla y potente.

Para los niños pequeños, los conceptos abstractos como "abuso" o "integridad" son difíciles de entender. Por eso, el Consejo de Europa promueve "La Regla de la Ropa Interior" (o Regla de Kiko y la Mano). Es una forma visual y sencilla de explicar los límites.

"Lo que cubre tu ropa interior es tuyo y de nadie más. Nadie tiene derecho a tocarte ahí, y tú tampoco debes tocar a otros en esas partes."

Explícales que solo hay excepciones muy concretas: "Mamá o papá cuando te ayudan a limpiarte o curarte, o el médico cuando te revisa, pero siempre estando mamá o papá delante". Y añade algo fundamental: si alguien intenta tocarte o te pide que le toques, tienes derecho a decir NO, salir corriendo y contármelo inmediatamente.

Secretos buenos vs. secretos malos: la diferencia que protege.

Los agresores utilizan el secreto como arma: "Esto es nuestro secreto especial", "Si lo cuentas, tus papás se enfadarán". Por eso, educar sobre los tipos de secretos es una vacuna contra la manipulación.

  • Secretos buenos (o sorpresas): Son aquellos que nos hacen sentir bien por dentro, como el regalo de cumpleaños de papá, y que se pueden contar pronto. Tienen fecha de caducidad.
  • Secretos malos: Son los que nos hacen sentir incómodos, tristes o con miedo en la barriga. Los que nos piden que no contemos nunca a nuestros padres.

Dile a tu hijo/a: "En esta familia no guardamos secretos que den dolor de barriga. Si alguien te pide que guardes un secreto que te hace sentir mal, puedes contármelo siempre. Yo nunca me enfadaré contigo por algo que te hayan hecho o dicho".

Ejercicio práctico: El círculo de confianza.

A veces los niños no saben a quién acudir. Vamos a hacerlo visual con una actividad para hacer en casa.

  1. Dibuja una mano: Pídele a tu hijo que dibuje la silueta de su mano en un papel.
  2. Asigna un ayudante por dedo: En cada dedo, debe escribir o dibujar a una persona de su total confianza a la que podría contarle cualquier cosa, incluso si ha hecho una "trastada" o si alguien le ha molestado.
  3. La red de seguridad: Asegúrate de que en esa mano haya adultos de diferentes ámbitos (mamá, papá, abuela, una tía, la profe...).
  4. El compromiso: Dile: "Si alguna vez tienes un problema o alguien te hace sentir mal, corre a buscar a cualquiera de estas personas. Te creeremos y te ayudaremos".

Educar en la prevención no es robar la infancia, es blindarla. Al darles estas herramientas, les estás enviando un mensaje poderoso: tu cuerpo es tuyo, tu voz importa y yo estoy aquí para escucharte siempre.

Si este tema te genera mucha ansiedad, si sientes que tus propios miedos te bloquean o si detectas señales de alerta que no sabes interpretar (cambios bruscos de conducta, pesadillas, regresiones en el control de esfínteres...), recuerda que no tienes que gestionarlo sola. Pedir orientación profesional es también una forma de cuidar de tu familia.

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Foto de Judit Merayo Barredo

ESCRITO POR

Judit Merayo Barredo

Psicóloga General Sanitaria especializada en crianza, familia y bienestar emocional. Mi objetivo es darte herramientas para educar desde la calma y la confianza.

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