Ansiedad y Estrés

Ansiedad por separación en adultos: cuando el adiós duele demasiado

Por Judit Merayo Barredo Publicado el 18 de Noviembre, 2025 Lectura de 6 min
Mujer adulta mirando por la ventana con expresión de angustia, sintiendo ansiedad por separación.

Todos hemos sentido ese nudo en el estómago al despedirnos de alguien importante. Esa pequeña punzada de "ojalá te quedaras un poco más", pero hay momentos en los que ese nudo se aprieta tanto que nos corta la respiración. Cuando una despedida temporal se vive con el mismo miedo que un adiós definitivo, o cuando la simple idea de que tu pareja se vaya de viaje de trabajo te impide dormir, tu cuerpo te está hablando de algo más profundo.

A menudo, asociamos la ansiedad por separación con los niños pequeños llorando el primer día de colegio. Sin embargo, el miedo a la desconexión no desaparece mágicamente al cumplir 18 años. Para muchos adultos, esta angustia es una compañera silenciosa que erosiona relaciones y limita la vida. Si sientes que tus emociones se desbordan ante la distancia física, quiero que sepas algo: no eres "demasiado intenso/a", ni hay algo roto en ti. Tu sistema de apego simplemente está pidiendo a gritos seguridad.

Mucho más que "echar de menos": ¿Qué es la ansiedad por separación?

Desde una perspectiva psicológica, la ansiedad por separación en adultos es un miedo excesivo e inapropiado para el nivel de desarrollo de la persona, relacionado con la separación de aquellas figuras con las que se tiene un vínculo fuerte (pareja, padres, hijos).

No se trata solo de extrañar, quien la sufre vive la separación como una amenaza real a su integridad o a la del vínculo, es una activación extrema del sistema de alarma del cerebro. Los síntomas pueden ser tanto emocionales como físicos:

  • Angustia recurrente: Preocupación excesiva por perder a las figuras de apego o por que les suceda algo malo (enfermedades, accidentes).
  • Miedo a la soledad: Resistencia persistente a estar solo en casa o a salir sin la compañía de esa persona "segura".
  • Síntomas somáticos: Dolores de cabeza, náuseas, palpitaciones o insomnio que aparecen cuando se anticipa o se produce la separación. Como explico en mi artículo sobre el nervio vago, nuestro cuerpo reacciona físicamente ante la percepción de peligro emocional.
  • Necesidad de contacto constante: Llamadas, mensajes y comprobaciones frecuentes para "verificar" que el vínculo sigue ahí.

La huella invisible del apego: ¿Por qué me pasa a mí?

Entender el origen es el primer paso para dejar de culparse. La ansiedad por separación no es un capricho, suele tener raíces profundas en nuestra historia vital y biológica.

  1. Estilos de apego temprano: Si durante la infancia las figuras de cuidado fueron inconsistentes (a veces estaban, a veces no) o intrusivas, es probable que desarrolláramos un apego inseguro. Aprendimos que para asegurar el amor y la protección, teníamos que estar hipervigilantes. En la edad adulta, esta vigilancia se reactiva ante cualquier señal de distanciamiento.
  2. Eventos estresantes recientes: Una ruptura dolorosa, una mudanza, la pérdida de un ser querido o incluso cambios vitales positivos pero intensos pueden dejar nuestro sistema emocional más sensible y vulnerable.
  3. Factores temperamentales y genéticos: Algunas personas tienen una predisposición biológica a la ansiedad o una mayor sensibilidad emocional, lo que hace que las transiciones y los cambios se vivan con mayor intensidad.

Es importante recordar que tener un apego seguro no significa no sufrir nunca por una separación, sino tener la capacidad de gestionarla sin que el miedo domine toda tu vida emocional.

Cómo se manifiesta en la vida adulta: pareja, familia y duelos.

Aunque el mecanismo interno es el mismo, la ansiedad por separación se disfraza de diferentes formas según el momento vital en el que nos encontremos.

En las relaciones de pareja.

Puede aparecer como celos (no por desconfianza sexual, sino por miedo a la exclusión), necesidad de hacer todo juntos ("siameses emocionales") o pánico ante viajes de trabajo o salidas individuales del otro. A menudo, la persona que sufre la ansiedad se siente culpable por "agobiar", lo que genera más inseguridad.

Padres ante la independencia de los hijos.

El famoso "nido vacío" puede desencadenar cuadros severos de ansiedad por separación. Cuando la identidad se ha construido exclusivamente en torno al cuidado, la autonomía de los hijos se vive como una pérdida de sentido y una amenaza al vínculo.

Duelos y pérdidas.

Tras el fallecimiento de un ser querido, es normal que el miedo a perder a los que quedan se dispare. El mundo se percibe como un lugar más inseguro, y nos aferramos a los supervivientes como tablas de salvación.

"La ansiedad por separación no es debilidad, es una respuesta de protección de tu sistema de apego que se ha quedado encendida a todo volumen. Bajar ese volumen es posible."

Ejercicio práctico: El anclaje de seguridad.

Cuando sentimos que nos falta el aire porque alguien no está, necesitamos enseñarle a nuestro cerebro que nosotros seguimos estando con nosotros mismos. Te propongo este pequeño ejercicio para los momentos de pico de ansiedad.

  1. Reconoce la emoción: En lugar de luchar contra ella o llamar compulsivamente, di en voz alta: "Estoy sintiendo ansiedad por separación. Es mi herida emocional activándose, pero ahora estoy a salvo".
  2. Contacto físico contigo misma: Pon una mano en tu pecho y otra en tu estómago. Siente el calor y el peso de tus propias manosste contacto libera oxitocina y calma el sistema nervioso.
  3. El objeto de transición adulto: Igual que los niños tienen un peluche, elige un objeto (una pulsera, una piedra suave, una foto en el móvil) que simbolice tu propia capacidad de cuidado. Cuando sientas el vacío, toca ese objeto y recuérdate: "Soy capaz de sostenerme en esta pausa".

Estrategias para recuperar la calma y la autonomía emocional.

Vivir condicionada por el miedo a la separación es agotador, pero hay camino hacia la calma. Aquí tienes algunas pautas para empezar a trabajar en tu autonomía emocional:

  • Psicoeducación: Entender que lo que te pasa tiene un nombre y una lógica biológica reduce la vergüenza. No eres "loca" ni "pesada", eres humana con un sistema de alerta sensible.
  • Exposición progresiva: Evitar las separaciones solo alimenta el miedo. Prueba a hacer pequeñas actividades en solitario (ir a tomar un café, dar un paseo corto) y observa que, efectivamente, sobrevives y puedes disfrutar.
  • Regulación emocional: Aprender técnicas de respiración y mindfulness te ayudará a surfear la ola de angustia sin que te arrastre.
  • Trabajo terapéutico con el apego: A veces, las raíces son profundas y necesitamos ayuda para desenredarlas. La terapia es el espacio seguro para reparar esas heridas de apego y construir una base segura dentro de ti.

Recuerda que el objetivo no es volverse autosuficiente y no necesitar a nadie (somos seres sociales y necesitamos vínculos), sino poder disfrutar de los vínculos desde la libertad y la confianza, y no desde el miedo a que se rompan.

Si sientes que este miedo controla tus decisiones y te impide disfrutar de tus relaciones, dar el paso de pedir ayuda profesional es el mayor acto de amor propio que puedes hacer.

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ESCRITO POR

Judit Merayo Barredo

Psicóloga especializada en ansiedad, apego y gestión emocional. Mi objetivo es acompañarte a entender tus vínculos y recuperar tu seguridad interior.

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